Por Oliver Galak
De la Redacción de LA NACION
Los subsidios, una de las principales herramientas que en teoría utiliza el Gobierno para cumplir su objetivo de "redistribuir la riqueza", funcionan de una manera extraña: más del 40% de esos recursos terminan beneficiando a las clases medias y altas.
Para peor, como la cantidad de personas con ingresos bajos (inferiores a $ 2000 brutos mensuales) representa el 70% del total, a cada una le toca una cifra notablemente inferior a lo que percibirían sus compatriotas más afortunados si se repartieran entre todos los 34.000 millones de pesos que se destinarían este año a dar subsidios.
Según un estudio de la consultora Prefinex, los trabajadores, jubilados y beneficiarios de planes sociales con ingresos bajos se benefician en promedio con $ 110 mensuales cada uno con subsidios estatales a la energía, el transporte, los alimentos y los planes sociales. Quienes tienen ingresos medios o altos, en cambio, son beneficiados en promedio con $ 180 mensuales que salen de las arcas públicas. En el primer grupo hay 15,6 millones de personas; en el segundo, 6,6 millones.
El informe proyecta que en 2008 el Estado destinará 47.232 millones de pesos en transferencias al sector privado. De ellos, la mayor parte ($ 21.426 millones) se destinará a subsidios a la energía. Luego aparecen los subsidios al transporte ($ 6151 millones), alimentos ($ 3666 millones) y planes sociales ($ 3100 millones). El resto ($ 12.889 millones) son partidas sin identificar.
De los 34.343 millones de pesos en subsidios identificados, 20.327 millones (59,2%) llegan de una manera u otra -tarifas domiciliarias de gas y electricidad congeladas, alimentos más baratos, boletos económicos en colectivos, trenes y subtes- a personas con ingresos inferiores a $ 2000, ubicadas en el quintil 1 y parte del 2 en la pirámide de distribución del ingreso. Otros $ 14.016 millones (40,8%) benefician a quienes ganan más de $ 2000 mensuales, un dato que habla de la regresividad de este recurso. Los únicos subsidios que cumplen con su cometido de redistribuir riqueza a los sectores menos favorecidos en un 100% son los planes sociales (si no se consideran los planes, el porcentaje de subsidios destinados a los sectores de bajos ingresos se reduce al 55%).
Para calcular quién es el beneficiario de los subsidios que reciben las empresas se consideró el consumo de esos productos según los quintiles de la población. Aunque entre los de ingresos bajos se incluyó a personas que están por encima de la línea de la pobreza, ese segmento de la población no llega a quedarse ni con el 60% de los fondos que el Estado destina a contener los precios.
"La verdad es que no se debería destinar un peso a subsidiar a las clases altas. Los 14.000 millones que se gastan con ese fin son mucha plata", consideró el economista Osvaldo Cado, autor del informe junto con Nicolás Bridger. Según su opinión, para corregir la distorsión se podría aplicar un esquema similar al de Brasil, con un aumento gradual de algunos alimentos "y transferencias directas a los estratos más golpeados de la población" para que puedan acceder con facilidad a esos productos.
"Es inadmisible que la mitad de los 3600 millones que se gastan este año para subsidiar alimentos como leche, carne, pan y fideos se lo quede gente que puede pagar mucho más de lo que vale en las góndolas. Cuando hay políticas de subsidios masivos, siempre se lo termina quedando el que puede consumir más", agregó. sigue el La Nacion
Es Como ir al Hospital a tomarle la sopa a los enfermos, digo me parece, que opinan ?
1 comentario:
aca es el robin hood al reves
es de terror
despues dicen igualdad ante la ley...bla bla bla
a mi no me subsidia nadie y a mi viejo que aporto toda su vida nadie y cobra 2.50
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