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17 de noviembre de 2010

Bicicletas de bambú


En la búsqueda de alternativas a los sistemas de transporte urbano basados en la hegemonía del automóvil, que requieren gran cantidad de energía fósil y generan emisiones nocivas de gases de efecto invernadero, a la vez que ocupan un bien escaso y caro como es el espacio público en las ciudades, el Programa de Calidad de Vida del INTI comenzó a explorar nuevas opciones de transporte ambientalmente más amigables, generadoras de empleo e inclusión social, pacificadoras del tránsito, así como de mayor democracia y redistribución equitativa y equidad social en los usos del territorio urbano. Iniciamos así múltiples recorridos que nos llevaron, casi azarosamente, hasta los “Diarios de Bambucicleta” de Nicolás Masuelli, creador de las bicicletas de bambú “made in Rosario” (“Central”, naturalmente…). Nicolás (26, estudiante avanzado de Ingeniería Industrial en la UNR), invitado a visitar la sede del INTI en Buenos Aires, describe a la bambucicleta como un “vehiculo eficiente, ecológico y estético construido en un material tan renovable como la caña de bambú”. Lo paradójico es que el bambú, si bien es un vegetal que por sus características crece rápida y abundantemente, posee unas propiedades mecánicas tan asombrosas que engañan al sentido común. Su gran resistencia a los esfuerzos de tracción y flexión le otorgaron la fama de ser el “acero vegetal”. La ventaja del bambú es que tiene un comportamiento similar a los materiales composites, compuestos cuya estructura interna se divide en fibras resistentes contenidas en una matriz. Pero en este caso no es el hombre sino la naturaleza la que se encarga de configurar su estructura de fibras resistentes y matriz para que estén dispuestas de tal manera que maximicen sus propiedades con un mínimo peso. Así, uno puede obtener rendimientos que llegan a ser mejores que el carbono y el aluminio pero por sobre todo con un precio mucho menor ya que la Pacha Mama hace todo el trabajo técnico y productivo por nosotros y nos lo entrega generosamente, sin reclamar royalties ni propiedad intelectual. En Argentina encontramos caña de bambú desde el Delta hacia el Norte de nuestro país.
Sus desarrollos innovan en múltiples aspectos, por lo que al observar la bicicleta notamos diferencias en la estructura tradicional conocida. Para Masuelli “Las bicicletas siempre se basaron en una estructura en forma de reticulado que busca maximizar la rigidez. Pero en las bambucicletas, su diseño se realiza de tal manera que pueda aprovecharse de forma conveniente la envidiable elasticidad del material. Así las irregularidades del terreno son amortiguadas por la misma estructura, obteniéndose un andar mucho mas confortable y sin recurrir a costosos y complicados sistemas de amortiguación como en las bicicletas tradicionales”.

El bambú tiene también otros beneficios que lo hacen ambientalmente amigable. Además de su rápido crecimiento, existen variedades que aportan un 35% más de oxigeno que los árboles. Su desarrollo afirma el suelo y dificulta su erosión, además de ser muy indicada su siembra con el fin de recuperar tierras ya erosionadas por la negligente mano del hombre.

Incluso Craig Calfee, quien fuera pionero en el uso de fibra de carbono y uno de los mejores constructores artesanos de bicicletas de alta gama de los EEUU, inició desarrollos en bambú que registran en su empresa un crecimiento sostenido de las ventas. Calfee además desarrolla en África, en conjunto con científicos e ingenieros de la Universidad de Columbia, un programa para enseñar a los campesinos a construir sus propias bicicletas de trabajo en bambú, incluida una bici de carga capaz de acarrear más de 300 kilos. En esas humildes tierras en donde no poseen medios de transporte y prácticamente todas las cargas son movidas a pie, disponer de bicicletas para el acarreo de bienes representa una mejora absoluta. Mediante este proyecto instruyen a los pobladores para que puedan construir sus propias bicicletas usando bambú y fibras vegetales autóctonas, sin la necesidad de utilizar herramientas automáticas para su fabricación. De esta manera, se trata de un oficio que luego puede ser transferido y repetido en otras regiones humildes, permitiéndose así una beneficiosa propagación que contribuye de manera directa a mejorar la calidad de vida de los habitantes.

En nuestro país, Masuelli se encuentra investigando y poniendo a punto un sistema de producción en el que puedan coexistir mínimos costos de infraestructura junto con mayor aprovechamiento de los recursos humanos. Para él “ante los problemas ambientales y sociales a los que nos enfrentamos, somos nosotros quienes tenemos la misión de redefinir las técnicas y los procesos de construcción. Las economías de escala siempre fueron tentadoras pero ya aprendimos que no contribuyen a la integración y equidad social”.

Invitado por el Programa de Calidad de Vida y Tecnologías Sostenibles del INTI, comenzamos a diseñar un plan de acciones conjuntas para impulsar, investigar y desarrollar formas de transporte que aseguren la sostenibilidad ecológica, económica y social del modelo territorial de distribución de los usos humanos.

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