A comienzos de diciembre pasado, la ministra de Industria Débora Giorgi y el Secretario de Comercio Augusto Costa se reunieron con representantes de las cámaras automotrices y fabricantes de electrónicos y les informaron que para en el 2014 deberían reducir abruptamente sus importaciones en un 20%.
“Con el objetivo de consolidar los planes de administración de comercio, es importante lograr una reducción de piezas importadas y mantener los puestos de trabajo” de la industria electrónica, le dijo la funcionaria a la Asociación de Fabricas Argentinas de Terminales de Electrónica (Afarte).
Las primeras en reaccionar ante el pedido del gobierno fueron las automotrices, que ya habían recibido un duro golpe con el impuestazo que aplicó el gobierno a los autos de más de 170 mil pesos.
Pero la medida también rige para los fabricantes de electrónicos y electrodomésticos, concentrados en el polo tecnológico de Tierra del Fuego, a pesar de que los empresarios del sector mantuvieron un perfil mucho más bajo.
Durante el 2013, la isla vivió un verdadero pico de actividad, principalmente en el rubro de los aires acondicionados. En el sector estiman que durante el máximo alcanzado el año pasado, durante el segundo semestre, hubo hasta 16.500 personas trabajando en las fábricas ubicadas en el extremo sur del país.
Pero ante el nuevo escenario que se abrió con esta iniciativa, las declaraciones de funcionarios provinciales y empresarios apuntaron a la “sustentabilidad” del régimen en relación a los puestos de trabajo que dependen de esa industria.
“Apuntan a tratar de sostener esos puestos, pero saben que no va a ser fácil”, comentó a LPO una fuente de origen fueguino que sigue de cerca la actividad del sector.
En ese sentido, la fuente advirtió que “el pedido de reducción de importaciones va a afectar puestos laborales”.
A pesar del pedido de Giorgi y Costa, por el momento el gobierno planea mantener el régimen de promoción industrial que lanzó en el 2009, que protege la entrada de productos electrónicos para fomentar la producción en Tierra del Fuego.
Lo cierto es que este corte abrupto en las importaciones va dirigido a reducir el déficit de divisas que ocasiona esa actividad en la isla, que llega a los U$S7.000 millones anuales. Mientras tanto, el de la industria automotriz gira en torno a los U$S8.000 millones, pero los puestos que genera toda la cadena entre autopartistas, fabricantes y concesionarias suman más de 150.000 empleos, diez veces más de lo que logró Tierra del Fuego en su pico de producción.
Hace unas semanas, el viceministro de Economía Axel Kicillof reunió a un grupo de economistas heterodoxos, entre los que se encontraban Eduardo Basualdo y Enrique Arceo de Flacso. Este grupo de especialistas ya le explicó a Kicillof que el régimen especialmente creado para esa provincia no está dando sus frutos: el recambio de equipos es demasiado veloz y no alcanza a crearse una red local de proveedores que permita sustituir importaciones.
Pero incluso otros funcionarios del gobierno están en contra de la promoción industrial en la provincia, como el presidente del Banco Central Juan Carlos Fábrega, según pudo saber LPO.
Los empresarios del sector se defienden argumentando que, si se desmantelaran las fábricas, el país debería importar esos productos por el mismo monto y el déficit de divisas seguiría igual. Además, consideran que el armado es el mismo que se realiza en Manaos, Brasil, o México.
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