BELO HORIZONTE (De un enviado especial).- Terminaba el clásico y Alfio Basile decidió poner telón anticipado al partido de Lionel Messi. Entonces ocurrió algo fuera de lo común: apenas el crack argentino enfiló hacia el banco, de la torcida brasileña brotó una ovación espontánea, un aplauso ruidoso y multitudinario al que siguió un "¡Me-ssi Me-ssi!" unánime. El pibe agradeció con aplausos y un brazo levantado. Hasta ese momento, todo en orden en el Mineirao.
Lo que por entonces se ignoraba era hasta qué punto fermentaba el fastidio entre los jugadores brasileños por semejante muestra de afecto hacia un rival. Algunos se ofendieron mucho y no lo disimularon.
Por caso, Gilberto, quien confesó: "Esto me deja triste. Eran 50.000 hinchas reprobando a nuestro equipo, y después, aplaudiendo a Messi. Estábamos jugando en casa y precisábamos apoyo. Estoy frustrado por eso".
Y también Juan fijó su posición: "Jugamos contra un seleccionado fuerte, contra el que no perdemos desde hace mucho tiempo. No podemos exigir que los torcedores griten durante los 90 minutos, aunque ahora, en estos momentos difíciles, necesitamos su apoyo. Pero prefirieron aplaudir a un jugador de ellos".
Julio Baptista, en tanto, sostuvo: "Del otro lado había un seleccionado de calidad. Yo jugué tres finales contra la Argentina y nunca perdí. Pero a veces, aquí, las personas dan más valor a los argentinos que a nosotros, que luchamos por Brasil".
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