Carlos Ruiz está en su negocio del barrio de Mataderos. Sentado en una silla playera, fuma y espera. A primera vista, el local “Ruiz Deportes” parece detenido en el tiempo: viejos posters de Batata Clerc, zapatillas de los años 80 en sus cajas originales, conjuntos deportivos de frisa, raquetas de madera, chombas de piqué. Entrar a su negocio –y también a su mundo– es una experiencia fantástica, como si se produjera una ruptura del espacio y del tiempo. Todo parece estar calculado, como una escenografía que imita el estilo retro de las boutiques deportivas.
Pero en realidad no hay cálculo: todo está así desde hace 34 años, cuando Carlos abrió su tienda. Y fue ese ambiente lo que llegó a la casa matriz de Adidas, que decidió viajar hasta Mataderos para filmar un documental que se exhibió en estos días en una muestra de zapatillas clásicas en Manchester.
“Los ingleses parecían chicos en una juguetería, no podían creer lo que veían”, dice hoy Carlos, mientras recuerda los 10 días de filmación, en enero de este año. Además del documental, se llevaron varias cajas de zapatillas, raquetas y hasta los tubos de pelotas de tenis. “No les vendí todos los tubos porque yo los uso en la vidriera, para sostener las zapatillas que están en exhibición”, dice Carlos, con una mezcla de inocencia y sinceridad que rompe todos los esquemas. “Igual los ingleses me pagaron bien eh –dice Carlos–. Lo que yo cobro es un precio de coleccionistas. Me cuesta desprenderme de algunas cosas, porque esto ya no tiene reposición”. Cada par de zapatillas cuesta unos mil pesos, aunque hay algunos modelos que pueden costar mucho más.
Al negocio, que está en la calle Emilio Castro al 7300, llegan todo el tiempo gente de otros barrios y hasta de otros países. Jóvenes lookeados con el estilo hipster que aparece en las revistas de moda y diseño, que no pueden creer como este negocio mantuvo cientos de zapatillas, en sus cajas originales. “Tengo de todo, aunque en los talles 40 al 42 ya no me queda mucho”, reconoce Ruiz. Dice que a las camisetas de fútbol se las llevaron todas unos australianos. Y que también vienen algunos famosos, “sobre todo artistas”, aunque prefiere no revelar quiénes son.
Ruiz dejó de recibir productos cuando la licenciataria Gatic tuvo que cerrar, en 2002. Pero ya venía con una historia personal muy difícil. En un robo le pegaron dos balazos (uno en el abdomen y uno en la cabeza) que le produjeron una parálisis para caminar. Y además había enviudado: “Cuando tuve el accidente (así le dice al robo) no podía cerrar el negocio y quedarme encerrado en mi casa. Me lo tomé como una terapia personal. Tenía que hacer algo con mi vida”, dice Ruiz, que tiene un hijo y dos nietos.
El documental está protagonizado por Ruiz y también por otros embajadores de Adidas a nivel mundial, como Ian Brown, de los Stone Roses. Dura 11 minutos y muestra como algunas zapatillas, guardadas en un viejo depósito, se habían arruinado por la humedad. Y también como rescataron otras piezas de coleccionistas que estaban apiladas en el baño del local.
La mayoría de los productos del negocio son Adidas y Topper (“era el gran duelo de la época”, dice), pero también hay joyas de otras marcas, como Diporto. “Esto no es una boutique, como esas casas de deportes que son todas iguales. Esto es un negocio de barrio”, dice Ruiz. Tiene siempre esa media sonrisa de los sobrevivientes, la de los que podrían deprimirse pero que deciden tomarse todo con un gran sentido del humor.
En el fondo, hay algo de eso. Pareciera que Ruiz –el que se quedó en el tiempo– es el mismo que nos estaba esperando desde siempre en su negocio de Mataderos, sentado en una silla playera, fumando uno de sus Benson & Hedges. via clarin
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