Emprendedores
Primero, fueron tortas dietéticas. Junto a su marido, expandió el negocio e instaló una fábrica con 70 empleados. Hasta que inventó el Chocoarroz, un éxito fulminante, que Molinos le compró en US$ 15 millones.
a historia de la familia Grodzki-Hertz resume, en menos de dos décadas, el sueño de todo emprendimiento "de garaje". Una madre, Mónica Hertz, quien mientras cría a sus tres hijos, comienza con una actividad puertas adentro de su casa, cocinando productos sabrosos y bajos en calorías, para sus amigas. Su proveedor, el dueño de una dietética, se interesa por la iniciativa y le ofrece venderlos también en su local. Así comienza, poco a poco, a armar una red comercial. El emprendimiento se expande, conquistando un nicho de mercado que estaba poco atendido. La demanda crece y exige que su marido, Daniel Grodzki, se sume como mánager y administrador. A fuerza de ensayo y error, van lanzando diferentes productos al mercado, hasta que llega el hit: el Chocoarroz. A los tres años de su lanzamiento, reciben una oferta multimillonaria y lo venden. El cierre de esta historia, que parece tomada de un caso de Harvard, no desentona: con parte del dinero obtenido, los fundadores del Chocoarroz lanzan una nueva empresa alimentaria, pero manejada por la segunda generación: My Food Urban es una iniciativa de los hijos de Mónica y Daniel.
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