"What is the craziest" (cuál es el más loco) fue la ridiculización que hizo del bono de los 100 años el editor del 'Financial Times', Robin Wigglesworth. Inmediatamente después Daniel Pardo escribió para BBC Mundo desde Buenos Aires explicó en tono zumbón cómo funciona la bicicleta financiera que, según afirma, simboliza al gobierno de Mauricio Macri. Las Lebacs emitidas en cantidades industriales por el BCRA para financiar el déficit fiscal, pagan 26,5% a los inversores que cambian dólares “planchados” para quedarse con una tasa anual del 20% limpio de polvo y paja, sin que la "fiesta financiera" resultante se traduzca en nuevas empresas o infraestructura. Al ex ministro K y en gran parte responsable del argumento macrista que se está pagando la fiesta populista que legó CFK, Axel Kicillof le apesta al megacanje del 2001, que terminó en el corralito, el default de la deuda, los 2 canjes de bonos que hizo el kirchnerismo en 2005 y 2010 y el actual presidente del BCRA, Federico Sturzenegger procesado, a quien el ministro de Finanzas Luis Caputo acaba de hacerle la posta judicial. Lo peor es que tanto pedaleo no detuvo la inflación sino que se nutre de ella y que los dólares de lo poco que funciona en el país, las agroexportaciones, se los llevan importaciones que podrían evitarse, turismo y compras en el exterior. “Muchos argentinos temen un escenario como el de los años '70 y '90, cuando las ´corridas´ resultaron en megadevaluaciones e hiperinflación”, advierte Pardo y no es nada gracioso.
Un fiscal federal imputó al ministro de Finanzas, Luis Caputo, por el crédito a 100 años al 7,9%, un endeudamiento considerado “ruinoso para el Estado”. Una encuesta realizada por un editor del diario especializado Financial Times la consideró la operación “más loca o delirante” del sistema financiero internacional.
Un fiscal federal imputó al ministro de Finanzas, Luis Caputo, por el crédito a 100 años al 7,9%, un endeudamiento considerado “ruinoso para el Estado”. Una encuesta realizada por un editor del diario especializado Financial Times la consideró la operación “más loca o delirante” del sistema financiero internacional.
En el lanzamiento del espacio cristinista Unidad Ciudadana, el ex ministro Axel Kicillof, había dicho que "tiene un olor a megacanje y blindaje que voltea".
El funcionario ex mesadinerista del Deutsche Bank releva en los tribunales al actual presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Federico Sturzenegger, a quien la Cámara Federal sobreseyó recién el año pasado por la participación que tuvo cuando integraba el equipo de Domingo Cavallo durante la Alianza en el Ministerio de Economía en el "Megacanje" de bonos por US$ 20 mil millones de junio del 2001.
El argumento utilizado en aquel momento había sido retrasar el pago de la deuda pública a cambio de aumentar el capital y los intereses de esa deuda, que llegó a US$50 mil millones. Así y todo a fin de ese año desembocó en el corralito y el default de la deuda externa.
Transcurrió poco más de 15 años y “vuelta la burra al trigo”: las Lebacs ya ocupan más del 104% de la base monetaria y representan el 8,5% del PBI. Son 830 mil millones de letras cada vez más caras de financiar y los “fundamentals” del día serían que, de no hacerlo, podrían ir directo al dólar provocando o una fuerte devaluación o acelerar el proceso inflacionario, por ser el resultado de la esterilización de la emisión monetaria excedente con la que se asiste al Tesoro Nacional como consecuencia de haber hecho crecer el déficit fiscal en lugar de disminuirlo.
La alternativa de un megacanje de la bomba incubada con Lebacs (de origen fiscal) por otro tipo de títulos, como Letras de vencimiento largo, Boden o bonos mediante un swap, ya se venía mencionando en la City cuando Caputo se despacha con el bono a 100 años, del que Kicillof no sólo afirmó que va en la misma dirección del de 2001 por el que terminó procesado Sturzenegger, sino que se trata de una medida por la que el país pagará 8 veces más lo que sea prestado.
Para colmo, aquella causa penal había sido iniciada por presuntas negociaciones incompatibles con la función pública que alcanzó a los funcionarios del Ministerio de Economía, con Cavallo como titular, en cuanto a la selección de bancos (Francés, Santander Central Hispano, Galicia, Citigroup, HSBC, JP Morgan y el Crédit Suisse First Boston) para favorecerlos con el canje, que involucró US$150 millones en comisiones.
La calesita de la deuda externa es una herencia perpetua que recibió la nueva era de la democracia iniciada en 1983 del régimen militar instalado en 1976 tras derrocar al gobierno civil de María Estela Martínez de Perón y que tuvo el punto final luego de la derrota en la guerra de Malvinas. Desde entonces no para de dar vueltas una gigantesca especulación que interrelaciona operaciones internacionales con las locales y recrudece en ciclos de 10 años aproximadamente, hasta desembocar en onerosas refinanciaciones, con y sin FMI, que repartieron pingües ganancias entre los participantes e, invariablemente, terminó pagando la sociedad con interminables ajustes.
El corresponsal de BBC Mundo en Buenos Aires, Daniel Pardo, publicó al día siguiente de que Financial Times se burlara del bono de 100 años que acaba de ser lanzado por el ahora judicialmente imputado Caputo, un artículo, también de tono humorístico, en el que explica “qué es la "bicicleta financiera", la muestra como un “símbolo” de la Administración y la representa como “una enorme operación de cambio de dólares y pesos con la que banqueros e inversionistas han estado pedaleando fuerte en la Argentina del exempresario y actual presidente Mauricio Macri. Todo ello gracias a un sistema cambiario flotante y la posibilidad de sacar provecho de una alta tasa de interés que es única en el mundo”.
Sin embargo, el autor de la picante nota admite que "bicicleta financiera" no es un término nuevo en Argentina, ya que en los '70 y '90 los inversionista pedalearon en forma y, en ambos casos, todo acabó en traumáticas devaluaciones y fuga repentina de capitales. El matiz sería que la tasa de cambio era predecible (en los '70) o fija (en los '90).
De una un otra forma, el piñón funciona cuando los inversores tienen la certeza de que la paridad con la que entran no será muy distinta de la de salida, cuando tomen ganancias y hoy el cambio flotante se ha mantenido "planchado" por la lluvia de dólares. Sólo se ha movido durante el año el peso por factores externos como la elección de Donald Trump en USA, y la crisis política en Brasil.
De hecho, en la últimas 3 semanas se devaluó 2%, en parte porque el ponderador de fondos Morgan Stanley Capital Internacional no pasó a Argentina a su referente de "mercado emergente", como se esperaba, lo cual afectó en esa proporción “la rentabilidad del ciclista financiero que no cobró sus Lebacs antes de la inesperada devaluación”.
La credibilidad que despierta en los inversionistas el timonel del BCRA que administre esa “flotación”, como es el caso de Sturzenegger, es clave para asegurar un dólar planchado y que los tahúres internacionales destinen capitales al eje Wall Street-Buenos Aires/Rosario para pedalear con los bonos y las acciones líderes que cotizan en ambas pizarras.
Desde que el país volvió con fuerza a los mercados internacionales en 2016 tras llegar a un acuerdo con los "fondos buitre", así denominados a los tenedores de bonos que llevaron al gobierno de Cristina Fernández Kirchner a la cesación de pagos (default) en 2014, en el último año Estado, provincias y bancos emitieron miles de millones de dólares en deuda externa. Ingresaron al circuito además US$120.000 millones por el blanqueo de capitales promovido por el gobierno para repatriar dinero de argentinos. Con esa "lluvia de dólares", no de inversiones como se esperanzó Macri, mantuvo la tasa de cambio estable.
“La maniobra, conocida en el mundo de las finanzas como carry trade, se suele dar en contextos de apertura económica y tasa de cambio estable, o barata. Es lo que ha pasado en Argentina en el último año”, señala Pardo en su nota.
Consultado el ex viceministro de economía en 1997 y rector del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina, Carlos Rodríguez, previno que "ahora todos están de fiesta comprando Lebacs al 26% porque creen que el día del juicio final, cuando haya una devaluación, van a poder sacar sus pesos y comprar sus dólares".
El "dólar planchado" sin embargo despierta desconfianza cuando se mira la balanza comercial negativa de mes a mes en 2017, pese a los ingresos de las cosechas, que no dan abasto para cubrir una factura importadora sobrecargada con autos, textiles, calzados y rubros de un consumo interno que sí se muestra planchado, proceso en el que ganan los importadores, se alientan el turismo y las compras en el exterior, pero a costa del sacrificio de los exportadores y sobre todo de las industrias manufactureras, cuya pérdida de actividad se refleja en la destrucción de puestos de trabajo.
Aún así, la estrategia de Macri para bajar la inflación –que en 2016 fue 40% anual– no ha sido controlar la tasa cambiaria, sino fijar las tasas de interés en lo alto para promover el ahorro y sacar dinero de la calle, apunta el artículo de marras.
Y ahí se justifica la pedaleada: ante la falacia del lápiz rojo fiscal, malgastado en cortar pensiones por invalidez, medicamentos y prestaciones médicas a jubilados, incumplir planes sociales, repartir indiscriminadamente subsidios a las petroleras a cambio de nada y tomar más y mejor pagos empleados públicos que los racionalizados, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) fortaleció la emisión de deuda en pesos a través de Letras del BCRA, más conocidas como Lebacs, que dan una espléndida tasa de interés del 26% anual a 30 días.
La bicicleta, entonces, anda así: traer dólares, cambiarlos a pesos, invertir en Lebacs, ganar 2,2% en un mes, reconvertirlo en dólares a la misma tasa original y luego sacar el dinero, describe Pardo.
"En los buenos meses, la rentabilidad llegó al 20% anual de interés en dólares; eso no se consigue en ningún país del mundo", invoca lo dicho por Ariel Setton, economista de la Universidad de Buenos Aires experto en inclusión financiera.
Con las tasas de interés altas se logra contener la inflación, pero cae el consumo y aumenta el desempleo. Y eso no es joda.
via u24