La democracia argentina tenía diez años cuando en un diario platense aparecía una noticia breve: “Investigan la desaparición de un joven en la ruta 11”. Se trataba de Miguel Bru. Pasaron seis años hasta que un juicio oral condenó a los responsables de la tortura, asesinato y desaparición del estudiante de periodismo. Tenía 23 años. El cuerpo nunca apareció y la sentencia sentó jurisprudencia: se logró una condena por homicidio sin la presencia del cuerpo asesinado. Aun así se siguió –se sigue- buscando a Miguel. El expediente de su búsqueda estuvo abierto hasta hace cinco años, cuando fue archivado por la fiscalía N°7 de Virginia Bravo. La familia pide que se reabra y se retome la búsqueda de los restos del joven, pero hace falta que aparezcan nuevos elementos. La madre de Miguel, Rosa Schoenfeld de Bru, también reclama que se investigue al primer juez de la causa, Amílcar Vara: “Durante el jury a Vara, el procurador pidió que se investigue penalmente a este juez por su accionar. Pero esa causa fue cayendo de juzgado en juzgado y todos los jueces se excusaron por su condición de pares, porque eran compañeros de trabajo. Esa es una deuda pendiente”. A principios de los 90 la Maldita Policía de la provincia de Buenos Aires “prevenía el delito” acosando jóvenes. Gobernaba “el Duhalde malo”, como se llamaba a Eduardo a secas para diferenciarlo de Eduardo Luis, “el bueno”. Su jefe de policía era Pedro Klodzyk. Tienta pensar en la teoría del caos para repasar el destino de Miguel Bru: la queja de un vecino por una batería que sonaba fuerte en la casa de Miguel desató una tragedia. Pero el caos deja de llamarse así cuando es cotidiano. La práctica delictual de esa policía, la impunidad manifiesta de sus acciones, las causas armadas; su complicidad con fechorías como tráfico de drogas, piratas del asfalto y liberación de zonas habla de institucionalización del delito y no de excepciones. A esa policía denunció Miguel Bru después de que el llamado de un vecino quejándose por ruidos derivara en un allanamiento ilegal en la casa de la calle 69 n°281. Allí vivió Miguel con unos amigos hasta el 17 de agosto de 1993. Fue la última vez que se lo vio. SIGUE INFOJUSTICIAS
HECHOS QUE ME INTERESAN, La Frase: " La duda es el principio de la sabiduría."
16 de octubre de 2015
Miguel Bru, a veinte años de su muerte
La democracia argentina tenía diez años cuando en un diario platense aparecía una noticia breve: “Investigan la desaparición de un joven en la ruta 11”. Se trataba de Miguel Bru. Pasaron seis años hasta que un juicio oral condenó a los responsables de la tortura, asesinato y desaparición del estudiante de periodismo. Tenía 23 años. El cuerpo nunca apareció y la sentencia sentó jurisprudencia: se logró una condena por homicidio sin la presencia del cuerpo asesinado. Aun así se siguió –se sigue- buscando a Miguel. El expediente de su búsqueda estuvo abierto hasta hace cinco años, cuando fue archivado por la fiscalía N°7 de Virginia Bravo. La familia pide que se reabra y se retome la búsqueda de los restos del joven, pero hace falta que aparezcan nuevos elementos. La madre de Miguel, Rosa Schoenfeld de Bru, también reclama que se investigue al primer juez de la causa, Amílcar Vara: “Durante el jury a Vara, el procurador pidió que se investigue penalmente a este juez por su accionar. Pero esa causa fue cayendo de juzgado en juzgado y todos los jueces se excusaron por su condición de pares, porque eran compañeros de trabajo. Esa es una deuda pendiente”. A principios de los 90 la Maldita Policía de la provincia de Buenos Aires “prevenía el delito” acosando jóvenes. Gobernaba “el Duhalde malo”, como se llamaba a Eduardo a secas para diferenciarlo de Eduardo Luis, “el bueno”. Su jefe de policía era Pedro Klodzyk. Tienta pensar en la teoría del caos para repasar el destino de Miguel Bru: la queja de un vecino por una batería que sonaba fuerte en la casa de Miguel desató una tragedia. Pero el caos deja de llamarse así cuando es cotidiano. La práctica delictual de esa policía, la impunidad manifiesta de sus acciones, las causas armadas; su complicidad con fechorías como tráfico de drogas, piratas del asfalto y liberación de zonas habla de institucionalización del delito y no de excepciones. A esa policía denunció Miguel Bru después de que el llamado de un vecino quejándose por ruidos derivara en un allanamiento ilegal en la casa de la calle 69 n°281. Allí vivió Miguel con unos amigos hasta el 17 de agosto de 1993. Fue la última vez que se lo vio. SIGUE INFOJUSTICIAS
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