Investigación de Clarín
Eduardo Bernardi, muy cercano a Ricardo Echegaray, tenía que controlar todo el área metropolitana. La justicia allanó su vivienda y encontró el dinero y documentación de firmas sospechadas de contrabando.
En varios de los documentos que se filtraron desde la organización de Negro y Tata Paolantonio, los hermanos que se dedicaban a traer mercadería prohibida desde China, se repetía un apodo que llamaba la atención de los investigadores: “Pekerman”, como el entrenador de fútbol. A manos del juez en lo Penal Económico Marcelo Aguinsky, que investiga dichas maniobras, también llegó un número de celular que pertenecía a ese personaje. Grande fue la sorpresa cuando se supo quién usaba ese teléfono: el contador Eduardo Alfredo Bernardi, nada menos que el jefe de la Aduana de Buenos Aires durante la extensa gestión de Ricardo Echegaray al frente de la AFIP.
A partir de ese dato, en las últimas horas la justicia ordenó una serie de allanamientos al domicilio de Bernardi y de otros funcionarios de ese organismo que posiblemente estuvieran implicados en estas maniobras de contrabando a gran escala. Cuando las fuerzas de Gendarmería ingresaron a la casa del alto jerarca aduanero se encontraron con una sorpresa todavía mayor: en un armario de la vivienda encontraron una bolsa plástica que contenía casi medio millón de dólares. Y sobre el escritorio de Bernardi también se hallaron documentos y permisos de embarques vinculados a varias de las empresas investigadas.
Esta revelación sobre la identidad de “Pekerman” podría resultar undato sustantivo para la investigación judicial sobre las actividades de una serie de sociedades que en los últimos años, y en coincidencia con el cerrojo a las importaciones establecido desde la AFIP de Echegaray, ingresaron al país varios miles de contenedores cargados con telas, electrónicos, repuestos y chucherías de origen chino, que luego inundaban las calles de Buenos Aires. Hasta el momento, Aguinsky y la fiscal Gabriela Ruiz Morales habían dictado una inhibición de bienes y la prohibición de salir del país para un centenar de personas físicas y jurídicas posiblemente implicadas, incluyendo a los hermanos Paolantonio. La nueva tanda de allanamientos apunta a una segunda etapa de la investigación, que es definir la posible complicidad de funcionarios de la Aduana en este tipo de ilícitos.
Bernardi, de 55 años, ingresó a trabajar en la Aduana muy joven, en 1979, y el 23 de agosto de 2011 recibió una medalla por sus primeros 30 años de servicios. Para ese entonces ya era Director de la Aduana Buenos Aires, es decir el máximo responsable de controlar los puertos y depósitos fiscales de todo el área metropolitana, incluyendo el estratégico aeropuerto internacional de Ezeiza. Fue Echegaray quien le asignó ese cargo en 2006. Según varios testimonios, era uno de los hombres de máxima confianza del poderosos funcionario K, quien tomó el control de la Aduana en 2004 y lo retuvo hasta fines del gobierno de Cristina.
Cultor de un muy bajo perfil, Bernardi recién perdió su importante cuota de poder en mayo pasado, por decisión del nuevo titular de la Aduana Juan José Gómez Centurión. Mucho tiempo antes, a fines de los noventa, también había sido degradado en medio de un escándalo. Enrique Piana, el empresario que dirigió las maniobras de la Mafia del Oro, lo mencionó con nombre y apellido al reconocer que había pagado50 mil dólares mensuales de coima a miembros de la Policía Aduanera para que le permitieron sacar las exportaciones truchas de oro y luego cobrar los reembolsos. En 2002, sin embargo, el contador pudo retomar su carrera en las áreas de control aduanero.
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