Temporada 2016
Una selección de las mejores playas para la próxima temporada.
Florianópolis. La capital del estado de Santa Catarina tiene una parte insular y otra continental, unidas por el puente colgante Hercílio Luz. Con lagunas y montañas, museos y shoppings, “Floripa” se destaca por sus 42 playas muy variadas.
En la zona norte hay mucho movimiento: allí se encuentran los grandes hoteles y las playas Cachoeira do Bom Jesus, Canasvieiras, Ingleses y Praia Brava (con olas más fuertes), Santinho, Ratones, Ponta das Canas y Jureré. En el sur hay playas semidesérticas y aldeas pesqueras, como Campeche y Pântano do Sul. Y hacia el este se destacan Barra da Lagoa, Mole y Joaquina, con buenas olas para surf.
Bombas y Bombinhas. Por su cercanía, en el estado de Santa Catarina, se considera a estas playas como un solo destino. Bombas es urbana y familiar, con arena blanca e infraestructura turística a lo largo de su avenida costanera. También en la bahía de Porto Belo, Bombinhas es una ciudad rodeada de unas 20 playas –algunas concurridas y otras escondidas–, donde se practican deportes náuticos. Sus aguas calmas y transparentes la convierten en una de las mecas brasileñas del buceo.
Otra opción: a 80 km de Florianópolis, entre morros y lagunas, Praia do Rosa logra un equilibrio entre los visitantes del verano y su espíritu de aldea con conciencia ambiental.
Camboriú. Una alta concentración de edificios. Esta frase describe a Camboriú, una ciudad balnearia bulliciosa fundada en 1965, que nunca defrauda a las familias en busca de gran infraestructura. A toda hora, pero especialmente por las noches, la ciudad vibra en la avenida Atlántica, y se multiplican las propuestas de gastronomía, entretenimiento, comercios, bares y discotecas. A los paseos en barco y el espectáculo nocturno Cristo Luz, se suma la visita al Parque Unipraias. Se puede subir en un teleférico, disfrutando las panorámicas sobre el mar y la vegetación apretada.
Buzios. Es un clásico para los argentinos, a quienes no les importa si el mar no es tan cálido como en otros balnearios de Brasil por encontrarse a 19 km de Cabo Frío. Buzios tiene 23 playas en sus 8 km de costa. Cerca de la “Orla Bardot” –en homenaje a la actriz que solía venir al balneario– y de la calle comercial Rua das Pedras, se destaca Praia da Armação.
Con forma de semicírculo, mar calmo y quioscos en la arena, João Fernandes atrae turistas de nuestro país, al igual que João Fernandinho. Además, se destacan el paisaje de Praia Azeda, las olas de Geribá y los paradores silenciosos de Ferradura.
Río de Janeiro. La “cidade maravilhosa” siempre está vigente, al tope de las preferencias. Con su orla en blanco y negro, Copacabana –donde se recibe el Año Nuevo con fuegos artificiales– es la playa más famosa, junto con Ipanema y Leblon. Esta última pertenece a un barrio que desborda de restaurantes, bares y tiendas, en la zona sur de la ciudad. Tampoco duerme el barrio de Lapa, con espíritu bohemio, que comienza una vez que se atraviesan los antiguos Arcos.
Si Río de Janeiro recibió el título de Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco en 2012 se lo debe al escenario urbano y natural privilegiado, que incluye el Pan de Azúcar, las playas y las montañas del Parque Nacional Tijuca, el Corcovado y la estatua del Cristo Redentor. Si bien no es un destino tan familiar como otros, Río es un clásico que no para de crecer y ahora se prepara para los Juegos Olímpicos 2016, de los que será sede. Además de la bahía de Botafogo, la singular Catedral, el estadio Maracaná y el sambódromo del Carnaval, los turistas que van a veranear a Río eligen alguna playa de los 23 km de la Barra de Tijuca, que conforma un circuito propio. Cercana están Ilha Grande, la más extensa de 365 islas de Angra dos Reis y la bonita Ilhabela.
Porto Seguro. Es el primer sitio de Brasil al que llegaron los portugueses, en el extremo sur del estado de Bahía. Pocos recuerdan este dato, por lo que el centro histórico de Porto Seguro resulta muy interesante y se recomienda recorrerlo tomando alguna de las visitas guiadas. Por las noches, la movida es sinónimo de una calle: la Passarela do Alcool consiste en una sucesión de bares, restaurantes y galerías de arte con aires bohemios.
Los aéreos llegan hasta este destino, elegido por los menores de 30 años y los egresados secundarios en temporada baja, que encuentran paradores con DJ y fiestas en la playa durante la madrugada. Sin embargo, en Porto Seguro hay muchas otras playas que sirven de refugio para parejas y familias tranquilas, como Ponta Grande o Mutá. A su vez, a 26 km de Porto Seguro, Trancoso ofrece alta calidad de servicios y resabios de aldea hippie en sus casas coloridas. En cambio, para llegar a Arraial D’Ajuda, hay que tomar una balsa desde Porto Seguro para encontrarse con aguas cálidas, oleaje suave, formaciones rocosas y piscinas naturales. Praia de Pitinga, Praia do Taípe, Araçaípe y Ponta do Apaga-Fogo –junto al río Buranhém– son las más tranquilas, en contraste con Praia do Parracho.
Salvador. Música, gastronomía y sincretismo religioso son quizá las características salientes de la capital de Bahía. Una ciudad donde las cintas de la iglesia de Nuestro Señor de Bonfim y su colorido Pelourinho (el centro histórico) se encuentran presentes en todas las postales turísticas. Pero los atractivos culturales se complementan con la naturaleza, que ha sido generosa en estas latitudes.
Como los cariocas, los bahianos adoran la playa. Entre sus preferidas figuran Porto da Barra, en la Barra, y Praia do Buracão, en el Rio Vermelho. En cambio, entre las más alejadas, pero igualmente concurridas, están Stella Maris y Flamengo. Los más jóvenes no dudan y cruzan hasta el Morro de San Pablo, que promete fiesta en la playa y cumple siempre. Para otro perfil de viajero, muy cerca de Salvador se destaca Imbassaí, con servicios de lujo y all inclusive en playas solitarias. Lo mismo ocurre en Costa do Sauípe, a menos de dos horas de Salvador, donde la propuesta consiste en descansar junto al mar.
Praia do Forte. A 70 km de Salvador, en el estado de Bahía, Praia do Forte cuenta con posadas que ofrecen desayuno y/o media pensión y también con hoteles all inclusive. La villa de pescadores es uno de los balnearios favoritos de los visitantes que vuelan hasta Salvador y a veces contratan paquetes que combinan ambos destinos. A los argentinos les gustan los servicios de Praia do Forte, su centro comercial animado y las playas con palmeras y aguas tranquilas en las que se mecen los barcos. También suelen visitar el proyecto Tamar, que se encarga de la protección de tortugas marinas.
Maceió y Maragogi. En la capital de Alagoas el mar es verde esmeralda y cálido, la arena parece talco y 17 lagunas se comunican entre sí y con los ríos, por lo que el estado recibió el nombre de Alagoas. Las playas Jatiúca, Cruz das Almas y Jacarecica tienen oleaje para surf, mientras que otras son piletas formadas por arrecifes. Las más tradicionales son Pajuçara y Ponta Verde. Hacia el norte y cerca de Japaratinga, Maragogi es un destino súper codiciado por sus playas semivírgenes y cocoteros. En el límite con el estado de Pernambuco, muchos llegan hasta aquí con vuelos desde Recife.
Porto de Galinhas. Los vuelos llegan a Recife, la capital de Pernambuco que suele recorrerse en excursión junto a la vecina y colonial Olinda. En estas ciudades el Carnaval convoca multitudes en las calles. Porto de Galinhas es un pueblo pintoresco con un centro comercial que tiene un movimiento moderado. La mayoría de los hoteles se encuentran a lo largo de sus extensas playas. Salir a caminar varios kilómetros cuando comienza a caer el sol es un placer altamente saludable.
Para tener en cuenta: según la hora del día y el devenir de las mareas, el paisaje de Galinhas cambia por completo porque el mar aquí consiste en una sucesión de piscinas naturales, con aguas muy cálidas en distintas tonalidades de verdes y turquesas. Se contratan paseos en jangadas; se practica snorkel, kayak y buceo; y se consumen ricos pescados y mariscos acompañados de jugos de frutas naturales y cervezas heladas, en paradores donde sólo se vive el presente. Las playas más conocidas son Maracaípe, Cupé y la alejada Muro Alto.
Natal y Pipa. La capital de Rio Grande do Norte, Natal, es conocida como la “ciudad del sol” porque casi nunca está nublado y todo el año hace calor. Ponta Negra es la playa más famosa, donde se destaca el Morro do Careca y no faltan bares y boliches para divertirse a la noche. En contraste, el barrio de Petrópolis es más residencial y cuenta con restaurantes exclusivos. Los habitantes de Natal están orgullosos del entorno natural, con dunas de hasta 30 metros de altura. La playa Genipabu es la preferida y se practican deportes náuticos como surf, windsurf y kitesurf.
A menos de 100 km de Natal se encuentra Bahía Formosa –brinda un espectáculo natural, protagonizado a diario por decenas de delfines que aparecen al atardecer–, con 26 km de playas casi desiertas, rodeadas de mata atlántica y manglares. En el litoral sur está Pipa, uno de los rincones más bellos del Nordeste, con acantilados y piscinas naturales de aguas tibias. Para recorrer: Cacimbinhas, Praia do Amor y Bahía dos Golfinhos.
Fortaleza. Además del sol, en estas arenas predominan la amabilidad y el buen humor. Los habitantes de la capital de Ceará, Fortaleza, aprovechan la costanera de la ciudad para ejercitarse por la mañana y al final del día, comen cangrejos en la Praia do Futuro y van a los bares del barrio Varjota por la noche. Los visitantes que llegan hasta este punto del Norte alternan las propuestas culturales (Centro Dragão do Mar de Arte y Cultura, el Teatro José de Alencar inaugurado en 1910 y el Museo de la cachaza) con jornadas de ocio en las playas de Iracema, do Futuro y Meirelles (tiene una famosa feria de artesanías), o una visita al Parque Nacional de Ubajara. ¿Los sabores típicos? Básicamente, son la langosta, las frutas y la tapioca. A 300 km de Fortaleza, los paisajes solitarios e impactantes que le dieron fama mundial son Jericoacoara y Canoa Quebrada. La villa de “Jeri” y sus alrededores se convirtieron en Parque Nacional y, todas las tardes, a eso de las 17, el punto de encuentro para ver el ocaso es la duna Pôr do Sol.
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