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26 de diciembre de 2015

Vivir en 30 metros cuadrados, una costumbre que crece entre los porteños

Tendencias urbanas
Cada vez son más los porteños que acomodan sus muebles y su vida a un espacio equivalente al del área chica de una cancha de fútbol. Según cifras oficiales, 300.000 personas habitan en monoambientes. Y en el último año los pedidos de construcción fueron para hacer departamentos de no más de dos dormitorios. 

Imagine una cama, un baño y una cocina en un lugar más reducido que el área chica de una cancha de once. Piense qué objetos priorizaría si tiene que darle forma de hogar a un espacio que mide menos que un contenedor. No es una fantasía lejana. Las estadísticas dicen que en el último año casi el 80% de los permisos de construcción son para edificios con departamentos de uno y dos ambientes.Atrás quedó la época en la que se vivía con amplitud y se construía a lo grande. Hoy, los muebles y recuerdos se calzan a presión en dimensiones que muchas veces ni llegan a los 30 metros cuadrados.
(Haga click sobre el video y recorra el departamento)
Desde hace seis años, Victoria Fages duerme en una cama de una plaza que durante el día funciona como sillón. Le gustaría tener un cuarto que sea sólo para descansar, pero los 28 metros cuadrados que habita en un edificio en Villa Crespo son dormitorio, comedor, escritorio, cocina y baño. Su departamento no fue diseñado para tener lavarropas, desplegar un tender o siquiera para acumular más de tres electrodomésticos en un mismo lugar. "No puedo abrir el horno porque la puerta choca con la heladera. Tuve que comprar un hornito eléctrico para hacer la comida", dice a Clarín, sentada a una mesa -plegable, por supuesto- ubicada en el living/habitación. La luz del mediodía, que entra por un ventanal de una hoja, la alumbra. Una ventana en la cocina completa la ventilación y la iluminación del espacio.
Los metros son pocos pero ella los exprime. En especial, cuando invita a sus doce amigas a comer o cuando la visitan su padres por el fin de semana. Viven en Chacabuco, a 200 kilómetros de Capital Federal. "Tengo una cama de más porque hasta hace unos años compartía el departamento con una amiga. Ahora una la usa mi mamá y otra mi papá. Tiramos un colchón inflable en el piso y nos arreglamos. Aunque mi papá la pasa mal. No lo dice pero siempre intenta escapar a la calle". Fages es estudiante de Arquitectura y experimenta un sentimiento similar al de su padre cuando tiene entregas en la facultad. "Las medidas del monoambiente no me alcanzan. Me pongo loca y grito al aire. Una solución momentánea que implementé es empapelar las paredes con los planos y dibujar ahí o en el piso", dice y muestra las marcas del cutter en el parquet y los pedazos de cinta scotch pegados en las paredes. "Las maquetas no están acá", agrega. "Las guardo en la baulera de una amiga".
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