Ahora se entiende el notable interés de Evo Morales por confraternizar con Mauricio Macri. Entre partido de fútbol en La Boca y bromas el día de la asunción, el presidente de Bolivia traía una agenda pesada: El pronto pago de los cientos d emillones de dólares que le dejó de deuda el ex ministro, Axel Kicillof.
Todavía no había aterrizado en su despacho el flamante ministro de Energía, Juan José Aranguren, que le avisaron del conflicto. Por las facturas del gas natural adquirido a Bolivia que quedaron impagas en los últimos meses por decisión del ex ministro estrella de La Cámpora, la administración de Evo Morales comenzó a ejecutarle a la compañía estatal Enarsa las garantías del contrato de importación y puso en marcha el mecanismo previsto para cortarle el suministro si en las próximas semanas no se pone al día con los pagos.
Las autoridades de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) reclamaron a sus pares de Enarsa—la empresa encargada de las compras externas de gas—la cancelación de una deuda acumulada que supera los US$ 300 millones correspondiente a los envíos de combustible registrados en los últimos cuatro meses.
El miércoles 9 de diciembre—el día que Evo Morales en Buenos Aires pasó de jugar al futbol con Mauricio Macri a participar del último acto oficial de Cristina Kirchner—, los funcionarios de YPFB remitieron desde La Paz una nota poco amistosa al directorio de Enarsa en la cual notificaron que ya no iban a esperar más tiempo sin poder cobrar lo adeudado.
“Hemos procedido a dar comienzo a la etapa de liquidación de las garantías contractuales por las deudas acumuladas”, advirtió la misiva enviada por la petrolera boliviana a Enarsa.
Como ese día la empresa estatal ya estaba acéfala por las renuncias que habían presentado los miembros del directorio una semana antes, los encargados de darle curso interno a la nota de YPFB fueron la contadora Haydeé Fernández y el camporista Alexis Zuliani. Ambos ingresaron oficialmente el reclamo boliviano y lo pasaron a la lista de las cuestiones más calientes que deberá afrontar la nueva conducción de Enarsa.
Un hombre del sector
Para pilotear la cuestionada empresa estatal, Aranguren nombró a Hugo Balboa, un ex gerente de la petrolera Axión Energy, propiedad del grupo Bridas que controlan la familia Bulgheroni y la empresa china CNOOC.
Balboa es un especialista en hidrocarburos y ya había trabajado con Aranguren en Shell hace más de una década.
Aún no pudo desembarcar oficialmente en Enarsa por cuestiones administrativas y legales y se espera que tome posesión del cargo en el transcurso de la próxima semana.
Una de sus primeras tareas será conseguir que Aranguren y el nuevo ministro de Hacienda y Finanzas, Adolfo Prat Gay le giren los recursos necesarios para cubrir la deuda atrasada con Bolivia y evitar la ejecución plena de las garantías que están juego en el convenio de importación de gas.
En caso de no obtener rápidamente los fondos, no se descarta que tenga que debutar con un viaje a la capital paceña para solicitar una renegociación contractual y una reprogramación de pagos con YPFB.
Más allá del rumbo que tome la relación con Bolivia, la nueva conducción de Enarsa tendría previsto analizar a fondo otras cuestiones sensibles que manejó la empresa en los últimos años.
Entre otras aristas clave a revisar estarían las facturas de gas no cobradas a las industrias que desoyeron las órdenes de corte en los inviernos pasados, los costos marítimos y portuarios de los barcos de GNL, los volúmenes de gasoil entregados a los generadores “delivery” y los montos pagados por las nuevas centrales térmicas Ensenada y Brigadier López.
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