Después del duro golpe que significó perder las votaciones con Munich, Londres y Río de Janeiro para ser la sede de los Juegos Olímpicos de 1972, 2012 y 2016, respectivamente, Madrid aguarda que el próximo sábado sea elegida en el 125 congreso del Comité Olímpico Internacional como escenario de la máxima cita del deporte mundial en 2020.
Sin lugar a dudas, Madrid llega a esta elección en un aceptable momento deportivo, pero complicadísima, al igual que casi toda España, tanto a nivel político como económico, y está muy claro que estos tres vértices deben estar unidos si se quiere organizar un evento de la envergadura de un juego olímpico.
“El COI ha recogido que ya tenemos el 80% de las instalaciones listas y solo falta invertir 1.500 millones de euros, que son perfectamente asumibles por Madrid o el Gobierno de la Nación. Serán Juegos realistas, adaptados a lo que está viviendo el mundo, con gastos controlados. Hay movilizaciones en países en contra de los gastos fastuosos”, señaló Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico español, cuando debió sostener la candidatura de la ciudad.
Los 1.500 millones de euros (la cifra sería 1.518 millones) de los que habla Blanco serán utilizados para construir el 20 por ciento de las instalaciones deportivas faltantes, entre ellas la Villa Olímpica (construirla demandará 652,1 millones), y un porcentaje menor para ítems como seguridad, transporte y servicios médicos.
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