Debo haber entendido mal cuando me enseñaron en el colegio, que perpetuarse en el poder era malo para todos.
Más monarquía que democracia (Joaquín Morales Solá)
El gobernador Carlos Rovira mostró en los últimos días las razones por las que el sistema de reelección ilimitada no sirve. Es malo en cualquier lado, pero es peor en lugares donde son muy grandes los índices de pobreza o donde el Estado es el primer proveedor de trabajo. El reparto de comida con boletas electorales abrochadas a las bolsas, la promesa de exiguos minicréditos que provocaron un escándalo de mujeres interesadas y hasta las denuncias de fraude marcaron las vísperas de las elecciones de constituyentes de pasado mañana. En esos lugares, la reelección ilimitada reemplaza, virtualmente, a la democracia por la monarquía. Fijará esa elección la relación definitiva entre el presidente Néstor Kirchner y la Iglesia? Desde luego que no. En primer lugar, Kirchner nunca dio por perdida la elección de Misiones. Incluso, el miércoles último recibió encuestas que le anticiparon una victoria de Rovira por 7 puntos. La oposición cuenta con mediciones que, en cambio, suben al podio del triunfo al obispo Joaquín Piña. Lo que sí ha hecho el Presidente es pasar de su inicial y activo compromiso con Rovira a cierta cautela. Optó por la moderación cuando constató que el gobernador habría "ganado paseando", como dijo el propio Kirchner, si hubiera planteado la posibilidad de ser reelegido un mandato más. La ambición de Rovira de ser reelegido ilimitadamente le complicó las cosas. No es una novedad que la Iglesia, a su vez, participe de eventos institucionales. Lo ha hecho desde 1810 hasta la Constituyente de 1994, que modificó la primera Constitución de 1853. La única novedad, en el caso de Misiones, consiste en que un obispo encabeza una lista de candidatos. Eso no habla de un contrato opositor de la Iglesia, pero subraya claramente la profunda crisis del sistema de partidos en la Argentina. De hecho, hay tantos peronistas al lado de Rovira como detrás del obispo Piña. La oposición a Rovira no pudo encontrar un candidato político en condiciones de expresar a la opinión antireformista de Misiones. Esa provincia podría reflejar sólo, como un espejo diminuto, a la política argentina. Los personajes y sus parlamentos están cambiados en el teatro misionero. La trayectoria de Piña, que fue un comprometido opositor al dictador paraguayo Alfredo Stroessner, lo colocaba como aliado natural del discurso progresista de Kirchner. Pero el Presidente decidió apoyar a Rovira, un caudillo local que atrasa ante cualquier proyecto de progreso y de modernización de la política. Rovira es lo que se vio en los días recientes: más parecido a un patrón de estancia que a un gobernante moderno.
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