Ya se hicieron más de 500 allanamientos. Ofrecen 100 mil pesos de recompensa
En kioscos, peluquerías, ferreterías, almacenes, farmacias, pinturerías. En taxis, remises y colectivos. En las ventanas de las casas, en todo el barrio de Candela Rodríguez se ve su cara pegada a los vidrios y a donde sea. La nena de 11 años continúa desaparecida desde el lunes 22 de agosto y la búsqueda se torna desesperante. Los investigadores no descartan ninguna hipótesis y hasta Interpol decretó alerta amarilla para dar aviso a todas las policías del mundo por la desaparición de la menor. “Se hicieron 500 procedimientos para verificar los datos aportados por la gente, pero todos fueron negativos”, explicó el fiscal del caso, Marcelo Tavolaro.
El Gobierno bonaerense ofreció una recompensa de 100 mil pesos para aquellos que aporten datos concretos sobre el paradero de la menor. Ayer a las 20.15, Carola Labrador, la mamá de Candela llegó a Casa Rosada para reunirse con la presidenta Cristina Fernández (ver recuadro).
Durante todo el día, un equipo de perros adiestrados para hallar cadáveres buscó el rastro de Candela en un predio de Hurlingham que pertenece al INTA. El trabajo de los investigadores junto a los perros comenzó a la mañana y se extendió hasta la tarde. El equipo rastrilló parte de las 900 hectáreas del campo sin resultados.
Alfredo Laureiro Rodríguez, el padre de Candela, que está detenido en el penal de Magdalena fue citado por Tavolaro. Según fuentes de la investigación, el interrogatorio se hizo en una comisaría y duró cuarenta minutos. El hombre, que cumple una condena de tres años por formar parte de una organización de piratas del asfalto, dijo desconocer las causas de la desaparición de su hija y que no tiene enemigos que puedan haber secuestrado a Candela para vengarse de él. Las palabras de Alfredo habrían sido convincentes.
Marilú es la directora del colegio EGB Nº 28 “Cartero Bruno Ramírez” de Hurlingham, donde Candela es la abanderada. Ayer, la mujer, junto a un grupo de maestras y compañeros de colegio de la menor, marchó hasta la puerta de la casa de la nena para pedir la aparición de Candela con vida. “Es una alumna ejemplar. Siempre era la primera en entregar los trabajos. Es una nena muy miedosa por eso descartamos que se haya ido por sus propios medios. Estamos seguros que pasó algo extraño”, dijo Marilú, mientras levantaba una foto con la cara de la nena.
“Devuelvan a mi sobrina, devuélvansela a mi hermana, tengan piedad. Te puse crédito en el celular. Mandame un mensaje. Quiero hablar con vos Candela”, gritó desesperada Betina, la tía de la niña, durante una manifestación por la tarde. Enseguida, otro familiar la sacó de la marcha porque estaba descompuesta.
En el portón negro de la casa de Candela, los vecinos dejaban carteles y sus amigas dibujos. Adentro era como un centro de operaciones: entraban y salían familiares, hablando todo el tiempo por celulares. Carola, la mamá, iba de su casa a la comisaría en un auto oficial, siempre custodiada por dos o tres hombres de civil. La mujer está metida de lleno, trabajando a la par de la policía. Los investigadores le pasan un parte diario que ella no le cuenta ni a sus familiares por orden policial y judicial. Los maestros del colegio de Candela dicen que tienen que contener a los chicos porque no dejan de llorar desde que su amiga no está
Via Clarin
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